El Palacio Nacional es uno de los símbolos más importantes de El Salvador no solo por su belleza arquitectónica, sino también por su riqueza histórica.
Indudablemente El Salvador alberga a lo largo de su territorio distintas piezas arquitectónicas emblemáticas, pero sin lugar a dudas, una de las más importantes es el Palacio Nacional, el cual se eleva a un costado de la Plaza Gerardo Barrios en el corazón del Centro Histórico de San Salvador. Un lugar que no solo se caracteriza por su belleza, sino también por la invaluable historia de las cuales sus paredes han sido testigos a lo largo de los años.
El inicio de todo
Para hablar del actual Palacio Nacional es importante retroceder 113 años, específicamente a 1911 cuando concluyó la construcción de este lugar, la cual inició seis años atrás en 1905. Este edificio cuenta con características de la arquitectura neoclásica, renacentista y barroca. La influencia europea es evidente en cada rincón del Palacio, ya que distintos materiales utilizados en su construcción y decoración fueron traídos principalmente de Italia y Bélgica.
Sin embargo, este en realidad no es el primer Palacio, sino el segundo. Su antecesor fue construido entre 1866 y 1870, sin embargo esta antigua estructura fue destruida por las llamas de un incendio, dejando únicamente la estructura de metal. Aunque no hubo pérdidas humanas en dicho incidente, sí se perdieron varios escritos que formaban parte del patrimonio documental del país el cual se encontraba resguardado en el Archivo General de la República albergado en el Palacio.
Palacio Nacional: Recinto del Estado
Ahora bien, originalmente el Palacio Nacional cumplía una función vital en la vida política del país, ya que se encargaba de albergar a los tres poderes del Estado en su interior, así como a distintos ministerios. Los salones principales del inmueble, Salón Rojo, Salón Azul, Salón Amarillo y Salón Rosado fueron utilizados como salón protocolario, casa de la Asamblea Legislativa, despacho presidencial y la Corte Suprema de Justicia respectivamente.
El primer presidente en utilizar el Salón Amarillo como despacho fue Manuel Enrique Araujo en 1911 y el último fue el Ingeniero Arturo Araujo, quien fue derrocado en 1931 por el General Maximiliano Hernández Martínez, este último trasladó el despacho al Cuartel El Zapote y luego a la ex Casa Presidencial, ambos lugares ubicados en San Jacinto.
Un dato curioso con respecto al Salón Azul del Palacio es que fue nombrado Monumento Nacional antes que todo el inmueble. Esto sucedió en 1974, cuando el Palacio dejó de ser la sede del Poder Legislativo. Seis años después, en 1980, todo el Palacio Nacional fue declarado Monumento Nacional. Esto consolidó su estatus como una pieza clave en el legado histórico y arquitectónico del país. Esta designación subraya el valor del edificio no solo como un símbolo del poder gubernamental, sino también como una joya arquitectónica que refleja el contexto histórico y cultural de la nación.
Un Palacio renovado
A pesar de ser un lugar bajo el cuidado del Estado, este tesoro arquitectónico ha sufrido distintos daños. Es por ello que ha sido sometido a diferentes intervenciones para garantizar que se encuentre en el mejor estado posible y pueda seguir siendo una de las joyas más importantes que se albergan en el Centro Histórico de San Salvador.
Sin importar el paso del tiempo, el Palacio Nacional se ha mantenido como una de las estructuras históricas más importantes del país que abre sus puertas para que los salvadoreños y extranjeros se acerquen y puedan conocer una parte de la historia nacional de la cual este mítico lugar ha sido testigo. Hoy en día, sigue siendo un espacio activo, no solo como sede de eventos oficiales, sino también como un lugar de encuentro para los salvadoreños.