Los ausoles, conocidos como «infiernillos», son uno de los máximos atractivos del Chichontepec. Muchos turistas llegan hasta allí para darse baños con sus aguas termales, ya que tienen beneficios para la salud.
Chichontepec, el segundo volcán más alto de El Salvador, está ubicado entre los departamentos de San Vicente y La Paz. Posee una altura de 2,182 metros sobre el nivel del mar, y se caracteriza del resto de los volcanes por estar compuesto de dos conos, a los cuales se debe su significado náhuat: “Cerro de los dos pechos”.
De acuerdo a registros históricos del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, este volcán no ha presentado erupciones durante los últimos 2,000 años, pero en las laderas inferiores existe una continua y significativa actividad de fumarolas, sin indicios de afloramientos de lava. Además, posee dos cráteres, el más evidente se encuentra al costado suroeste de la cima mayor, cubierto por un bosque montano muy húmedo, donde se forman varias lagunas de agua dulce.
Este volcán ofrece a los turistas un espectáculo natural único: los ausoles —también llamados fumarolas o “infiernillos” —, los cuales son una especie de manantiales de aguas termales que emanan fuertes vapores y humo sulfúrico, provocados por la liberación de energías del Chichontepec.
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Mercedes Barahona, guía turística de la zona, asegura que estas aguas termales ayudan a aliviar enfermedades de la piel y permiten que las personas vivan una experiencia de relajación. Por ello, la ruta es nombrada “turismo medicinal”, ya que muchos visitantes recurren a los “infiernillos” para frotar el agua en su piel y aliviar sus dolencias. Eso sí, el agua debe ser de la zona donde la temperatura ya no sea muy caliente.
De igual manera, los turistas pueden aplicarse en su rostro mascarillas de azufre y barro, porque es un exfoliante natural que trata el acné, reduce la apariencia de los poros y controla el exceso de grasa de su piel.
Una recomendación importante es que los visitantes no deben llegar a los “infiernillos” por cuenta propia. Antes deben contactarse con guías turísticos del lugar para emprender el tour, puesto que la zona es de alto riesgo por sus altas temperaturas. Los contactos a los que deben acudir son al 7887-2447 con Mercedes Barahona y al 7950-5368 con Julio Portillo, quienes son guías turísticos certificados por el Ministerio de Turismo y que pertenecen al Comité de Desarrollo de Turismo (CDT). El tour tiene un costo de $3 por persona.
“La recomendación a todos los turistas es que hagan turismo acá, pero con guías locales porque nosotros conocemos la zona y también los riesgos a los que nos exponemos al llegar a los infiernillos”, destacó Barahona.
La caminata a los “infiernillos” dura 15 minutos e inicia en el cantón Agua Agria, del distrito de Guadalupe, en San Vicente Sur. Las personas deben llevar ropa y zapatos cómodos y suficiente agua.
Por su lado, la aventura de subir el Chichontepec es aún más desafiante, pero enriquecedora —comenta Mercedes—, ya que, durante la caminata de aproximadamente cinco horas, las personas disfrutarán de un rico clima y fresca vegetación.
Cabe señalar que esta ruta tiene un nivel de dificultad alto, por lo que se recomienda mucha hidratación, buena condición física y no padecer de enfermedades cardiacas o pulmonares, como asma, hipertensión y diabetes.
La ruta más utilizada es el sendero que comienza en el cantón Agua Agria, desde ahí se recorren 4.5 kilómetros de distancia. En la cima del volcán se pueden apreciar vistas panorámicas impresionantes.
No obstante, si los visitantes buscan un tour más familiar y relajante pueden optar por conocer la Ecofinca Las Pilas Ebenezer, ubicada sobre la 3ª calle Poniente, sector José La Carbonera, a solo 500 metros del parque central del distrito de Guadalupe.
En este destino, las personas podrán realizar senderismo interpretativo, observación de aves silvestres, pícnic, acampar, dar un recorrido por un museo arqueológico y conectar con la madre naturaleza. La entrada tiene un costo de $1.50 por persona.
Para Carlos Ramos, encargado de Las Pilas Ebenezer, el principal objetivo del proyecto es restaurar el ecosistema natural y protegerlo para que sea un refugio de la vida silvestre local. Él asegura que en la zona se han registrado más de 85 especies de aves locales y migratorias, así como venados, coyotes, serpientes y ardillas.
Asimismo, los habitantes aprovechan el clima fresco en la parte alta del volcán para realizar plantaciones de café, siembra de granos básicos, frutas y verduras. Por lo que es común encontrarlos bajando del volcán con caballos que traen sacos repletos de granos de café.
Por esa razón, el Chichontepec es una nueva opción para realizar turismo de naturaleza en El Salvador. Su clima fresco, su vasta vegetación y sus extraordinarios ausoles hacen que sea un destino ideal para explorar en este 2025, lo mejor de todo es que solo está a una hora y media de San Salvador.
El Salvador es tierra de volcanes
Según el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), los volcanes son aberturas en la corteza terrestre a través de las cuales se liberan rocas fundidas, gases y otros materiales desde las profundidades de la Tierra.
En El Salvador, los volcanes son diversos en formas, tamaños, actividades y orígenes. Hay achatados o irregulares que apenas miden unos pocos cientos de metros de altura, conos casi perfectos como el de Izalco, masivos como el complejo volcánico de San Salvador e inmensos como la caldera de Ilopango.
De acuerdo con el Observatorio de Amenazas y Recursos Naturales del MARN, en el territorio salvadoreño se han identificado 242 volcanes, de los cuales 36 son considerados activos, ya que cuentan con algunas manifestaciones, como microsismicidad, fumarolas, anomalías térmicas, o incluso erupciones recientes.
Mientras que, diez de esos 36 volcanes son vigilados constantemente, debido a que su actividad es más visible y constante, y por sus procesos eruptivos recientes, como el del Chaparrastique en el 2022 y el del Ilamatepec en 2005.
Por otro lado, los volcanes se pueden clasificar en tres tipos según su actividad: Los volcanes extintos, que son aquellos que estuvieron en actividad hace miles de años, pero que ya no presentan ningún signo de actividad y no se espera que entren en erupción en el futuro. Entre ellos podemos mencionar el volcán Cacahuatique en Morazán y Guazapa, en San Salvador.
Los volcanes dormidos o inactivos son los que no han entrado en erupción durante mucho tiempo (decenas, cientos y miles de años), pero pueden presentar ciertos rasgos de actividad como microsismicidad, fumarolas y/o anomalías térmicas. Y es posible que en el futuro puedan presentar períodos de actividad eruptiva, ejemplo de ellos son, el Cerro de San Jacinto, que es un volcán tipo domo de 529 metros de altura y el volcán Sihuatepeque que está ubicado en San Vicente.
Y los volcanes activos, los cuales han tenido erupciones recientes o que se espera que tengan erupciones en el futuro. Entre ellos están: el volcán de San Miguel y el de Izalco.
Datos curiosos
El volcán de Santa Ana, también conocido como Ilamatepec, es el volcán activo de mayor altura y volumen del país, de hecho, corresponde al tercer punto más alto del territorio salvadoreño, con una altura de 2,381 metros sobre el nivel del mar. Su nombre en náhuat significa “El cerro de la anciana”.
Por su parte, el volcán Chaparrastique se considera el volcán más activo de El Salvador por su actividad eruptiva. Además, es el tercer volcán más alto del país con 2,130 metros sobre el nivel del mar. Sus laderas arenosas constituyen un reto difícil y adictivo para los amantes de la escalada: su inclinación de casi en 45° lo convierte en todo un desafío.
Mientras que, el de Izalco es el volcán más joven del país —y uno de los más jóvenes del continente americano — el cual se originó en el año de 1770, cuando un orificio en la falda del volcán de Santa Ana comenzó a expulsar humo y cenizas. Su altura máxima es de 1,965 metros sobre el nivel del mar.