La inflamación abdominal, el agotamiento crónico, la falta de ánimo, la dificultad para dormir y los problemas digestivos son señales claras de que no estamos llevando una alimentación correcta.
Una alimentación saludable es la base para tener energía, prevenir enfermedades y sentirnos bien cada día. Sin embargo, muchas personas, en la búsqueda de una buena alimentación, adoptan rutinas que perjudican su bienestar y su calidad de vida.
De acuerdo con Ligia Blanco, nutricionista, cuando presentamos síntomas como inflamación abdominal, agotamiento crónico, falta de ánimo, dificultad para dormir y problemas digestivos es porque llevamos una alimentación inadecuada.
“La principal señal de una mala alimentación y por la que más me consultan en la clínica, es por la inflamación. Las personas me dicen que se inflaman mucho, que todo lo que comen les hace mal, que tienen muchos reflujos, se les regresa la comida y a veces pasan eructando todo el día”, explica.

Además, revela que la salud digestiva está directamente relacionada con el nivel de estrés y los hábitos alimenticios. “Cuando tenemos mucho cortisol por estrés y una mala alimentación, incluso nuestro rostro cambia: aparece la ‘cara de luna’, que es una señal clara de desequilibrio hormonal”, afirma.

Para comenzar un cambio positivo, la experta recomienda una evaluación honesta: “Lo primero es preguntarse -¿qué como en un día?- para identificar excesos o deficiencias. A veces creemos que comemos bien, pero no es así”, señala.
También destaca la importancia de la actividad física. Si el trabajo obliga a estar sentados todo el día, se deben destinar al menos 30 minutos al movimiento. Además, recomienda hidratarse bien y mantener un horario de sueño regular.
Rutina alimenticia
Blanco asegura que realizar un “reset” a mitad de año es una estrategia efectiva para identificar malos hábitos y eliminar lo que perjudica nuestra salud, como el consumo excesivo de comida rápida, bebidas azucaradas, alcohol, tabaco y snacks procesados. Por eso, ella recomienda iniciar con una ligera desintoxicación del organismo.

“Es sencillo. Un licuado verde por la mañana con pepino, apio, limón y manzana verde. Se licúa y se toma en ayunas. No porque queme grasa, sino porque el intestino está vacío y puede absorber mejor estos alimentos”, añade.
Para el desayuno sugiere huevos, queso, frijoles o plátanos y pan. En la merienda, fruta, semillas, yogur o galletas. En el almuerzo: proteína, vegetales, arroz y tortilla. En la cena, algo ligero como huevos, enchiladas con atún o tortitas de vegetales.
“Respetar los horarios de comida ayuda a no ganar peso ni tener picos de glucosa. El desayuno debe ser antes de las 7:00 a.m., la merienda a las 10:00 a.m., el almuerzo entre 12:00 y 2:00 p.m., y la cena antes de las 7:00 p.m.”, indica.
Por último, Blanco afirma que una buena alimentación puede prevenir enfermedades metabólicas como la diabetes, la hipertensión, el hígado graso, el colesterol y los triglicéridos altos, así como la obesidad. Por ello, invita a acudir con un nutricionista para aprender hábitos alimenticios adecuados que les permitan mantenerse fuertes y saludables.