Artesanos mantienen viva la tradición del telar de palanca en San Sebastián

Artesanos batanecos mantienen viva la tradición del telar de palanca en San Sebastián

El tejido en telar de palanca es parte esencial de la identidad de San Sebastián. En la actualidad, sus artesanos continúan hilando esta tradición que se introdujo a finales del siglo XVII.

En San Sebastián, no es extraño que el día comience al ritmo acompasado de los telares de palanca. Ese característico «clic-clac» de la madera en movimiento, tejiendo hermosas piezas en los talleres artesanales del pueblo, ha resonado por décadas en sus calles, se ha vuelto parte de la identidad de su gente y ha permitido que esta localidad sea conocida como “La ciudad de los telares”.

Desde tempranas horas, es común observar a hombres de diversas edades dominando con maestría este arte, manejando telares artesanales con movimientos coordinados de brazos y piernas, dando lugar a bellos diseños.

Uno de ellos es don Manuel Flores, de 66 años, quien tiene más de cuatro décadas de dedicarse a este oficio. Recuerda que comenzó desde muy joven, y desde entonces, el tejido ha sido parte de su vida cotidiana. Su jornada empieza a las 8:00 de la mañana, siempre después de un café bien caliente, como él mismo lo recalca, y termina alrededor de las 4:00 de la tarde. En ese tiempo, logra confeccionar hasta doce piezas, entre mantas, cobijas, manteles y hamacas.

Foto: Guillermo López

A don Manuel, sus años de experiencia le han dado la agilidad y la concentración necesarias para colocar cada hebra en su lugar con precisión. Cada cierto tiempo debe cambiar la canilla —un pequeño carrete donde se enrolla el material—, que luego se ensarta en la lanzadera, una herramienta que permite combinar los colores en la pieza y crear patrones únicos.

“Los años le dan la habilidad a uno para poder ser rápido en este oficio. Al principio no es fácil, pero a medida que uno va practicando, va aprendiendo. Aquí trabaja todo el cuerpo y la vista, ya que, si ve, los pies se mueven al ritmo de las manos, y los ojos tienen que estar concentrados en que no vaya a quedar chueco nada”, destaca.

Él junto a otros diez hombres más trabajan en el taller Súper Textiles Durán. Allí, utilizando telares de madera, elaboran una variedad de tejidos artesanales. Entre ellos resalta la tela rayada, reconocible por sus franjas multicolores que recorren cada pieza con patrones alegres y vibrantes, presentes en mantas y manteles.

Foto: Guillermo López

También sobresale la tela listada, que se distingue por sus bandas de colores más amplias y ordenadas, empleada principalmente en colchas, cortinas y manteles de gran tamaño. Otro de los tejidos tradicionales es la manta elaborada con hilos de algodón natural, usada comúnmente en cobijas, tortilleros y sábanas. Finalmente, la lona artesanal, tejida con hilos gruesos y compactos, que se utiliza en la fabricación de hamacas, sillas colgantes y otros productos que requieren alta resistencia.

Según el guía turístico, Johan Selva, en la localidad se elaboran diversos productos textiles, como manteles canasteros, tortilleros de mesa y de colar, hamacas, colchas individuales y matrimoniales, cortinas, telas para confeccionar trajes típicos y cubrecamas. En la fabricación de estas piezas se emplean distintos tipos de hilo, principalmente de algodón, sedalina o una combinación de ambos, dependiendo del tipo de producto.

Don Manuel Flores, uno de los máximos referentes de los telares de palanca en San Sebastián. Foto: Guillermo López
Don Manuel Flores, uno de los máximos referentes de los telares de palanca en San Sebastián. Foto: Guillermo López

Una tradición desde XVII

De acuerdo con datos históricos, los primeros telares de palanca fueron introducidos a finales del siglo XVII en San Sebastián y provenían del sur de España. Desde entonces, esta ciudad ha mantenido viva esta expresión artesanal considerada una de las más emblemáticas del territorio salvadoreño.

A raíz de este arte, a los habitantes de esta localidad se les conoce con el gentilicio de «batanecos», un nombre que hace referencia tanto al lugar como a su historia. El término proviene de la palabra “Batán”, un tipo de tela similar a la manta que se elaboraba desde los primeros tiempos de San Sebastián. Por otro lado, “Ecos” alude al sonido característico que producen los telares al trabajar, creando así una identidad única ligada a su tradición textil.

El 25 de mayo de 2019, el Ministerio de Cultura declaró Bien Cultural a los tradicionales telares de palanca, con el objetivo de resaltar y conservar los conocimientos y las técnicas artesanales para la elaboración de textiles. 

Telar de palanca. Foto: Guillermo López

“La declaratoria establece también el valor tradicional, ya que constituye la principal herramienta para la producción de telas en la comunidad y le da una particularidad que la distingue; asimismo, reconoce el valor social reflejado en torno a la expresión organizativa y la estructura de los talleres”, detalla un artículo del Ministerio de Cultura.

Por otro lado, conforme a la información que resguarda la Terminal Turística de San Sebastián, allá por los años 80 había más de 900 telares y unos 300 talleres en la localidad, “al grado que parecía que en cada casa se tejía historia”. Sin embargo, con la situación del conflicto armado que experimentó el país, la producción decayó, ya que muchos artesanos se vieron en la necesidad de abandonar sus oficios y otros emigraron a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.

En aquel entonces, según el guía Johan Selva, “los telares de palanca estaban distribuidos en casas, calles, pasillos, cantones, por todos lados. Usted entraba a la ciudad y ya escuchaba a las 4:00 de la mañana el teje y maneje de todos los telares. Había muchísimos».

«Hoy en día, apenas quedan alrededor de 100 telares de palanca en funcionamiento, lo que hace aún más valiosa la tarea de conservar y preservar este patrimonio único en el país”, indica la Terminal Turística.

Foto: Guillermo López

Aunque en la actualidad, estos oficios manuales enfrentan desafíos como la dificultad para adaptarse a las nuevas tecnologías, artesanos como don Manuel Flores siguen siendo fieles a las técnicas heredadas por sus ancestros y motivan a las nuevas generaciones a no dejarlas morir.

“Son pocos los jóvenes que trabajan en los talleres.  Son contados. Pero yo me alegro cuando veo aunque sea uno trabajando en lo que sus padres le han enseñado”, afirma don Manuel, cuya fotografía se exhibe en la Terminal Turística como reconocimiento a su legado en la tradición textil de la ciudad.

Finalmente, en San Sebastián, la producción textil también se ha convertido en un atractivo turístico. A diario, turistas nacionales e internacionales visitan el barrio San José, donde se encuentran talleres como Súper Textiles Durán, Textiles Lima y Textiles Barahona, para conocer de cerca el proceso de elaboración y llevarse consigo las hermosas piezas que allí se producen.

Taller Super Textiles Durán. Foto: Guillermo López