El cantante mexicano volvió a acaparar las redes sociales ante la polémica que aún toma leche en su pacha, haciendo alusión que este hecho lo acerca a su madre, Verónica Castro.
Cristian Castro vuelvió a sorprender con una de sus confesiones más insólitas: ¡sigue tomando leche en pacha! Así lo reveló la periodista Shanik Berman durante una emisión del programa Faisy Nights, donde aseguró que el cantante no solo mantiene esta práctica desde hace años, sino que ya está considerando lanzar su propia línea de mamilas diseñadas especialmente para adultos. ¿Capricho excéntrico o una forma de reconectar con su niño interior?
«Empecé a tomar mamila y es muy reconfortante, o sea es como que te regresar a tu mamá, estoy pensando en sacar mi marca de mamilas», expresó en la entrevista.
Aunque parezca extraño, esta historia no es nueva. Desde 2018, cuando su exesposa Gabriela Bo reveló que Cristian pedía leche tibia en biberón todas las noches, el artista no ha tenido reparos en reconocer que esta costumbre le resulta “reconfortante y práctica”. “No me gusta crecer… yo me quedé en la secundaria”, ha dicho en entrevistas pasadas, dejando claro que revivir sensaciones de la infancia es parte esencial de su identidad.
Incluso la propia Shanik Berman salió en defensa del intérprete, confesando entre risas que ella también lo ha hecho: “Es delicioso, te regresa a tu mamá”, aseguró con total naturalidad. Y aunque esta práctica no es común, algunos psicólogos señalan que los objetos vinculados a la infancia —como mantas, peluches o, en este caso, biberones— pueden ser válidos recursos para aliviar el estrés o la ansiedad.
“Estoy pensando en lanzar una marca de mamilas para adultos. Es una buena idea, me la sugirió una amiga y creo que puede funcionar. La gente se burla, pero no importa, yo sigo siendo un chico. Nunca me gustó crecer realmente”, expresó Cristian en una declaración pasada.
En tiempos donde el autocuidado y la salud emocional están en el centro de la conversación, tal vez Cristian Castro solo encontró una forma muy particular —y muy suya— de reconectarse con el niño que nunca dejó de ser.
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