La edad a la que las personas contraen matrimonio ha cambiado significativamente en las últimas décadas. Nuevas metas atraviesan el pensamiento de las generaciones presentes. Algunos deciden conseguir la madurez y autonomía financiera antes de dar el sí acepto.
Actualmente las nuevas generaciones no tienen como meta principal casarse, formar una familia o incluso tener hijos, ya no quieren comprar una casa o tener un trabajo para toda la vida, cada vez esas generaciones ponen su libertad por sobre todo.
Aún con esa premisa en la que muchos prefieren una vida soltera y sin preocupaciones aún existe un pequeño grupo poblacional que quiere casarse o que en estos momentos están contrayendo nupcias. Es gracias a este cúmulo de individuos que recientemente han surgido estudios que revelan la edad ideal para dar el “sí, acepto”.
El sociólogo Nicholas Wolfinger, realizó un análisis de la Encuesta Nacional de Crecimiento Familiar, en donde desafió la idea de que casarse más tarde garantiza estabilidad. Según su estudio, aunque los matrimonios a edades más avanzadas parecen ser más estables, casarse después de los 35 años puede ser más arriesgado que entre los 28 y los 32 años. Las tasas de divorcio bajan hasta los 30 años, pero aumentan después de los 35. Las parejas casadas entre los 25 y 29 años tienen un 14% de riesgo de divorcio en cinco años, mientras que los que lo hacen después de los 35 años tienen un 17%.
Es decir, las parejas que se casan entre los 28 y 32 años de edad, tiene baja probabilidad de divorciarse en comparación de aquellas que contraen nupcias a los 20 años de edad.
Esto lo asociaron a que durante esa etapa existe una mayor autoidentidad y elección de pareja, por lo que se reduce el riesgo de caer en la decepción de insatisfacción. Además explican que aquellos que esperan hasta los 30 son más propensos a tener relaciones duraderas y con menos conflictos.
La madurez emocional y la estabilidad económica son dos de los factores más importantes para predecir la longevidad de un matrimonio. Las parejas que se casan más tarde suelen haber alcanzado una mayor autonomía financiera, tienen una mejor comprensión de sus objetivos de vida y más experiencia personal. Esto puede traducirse en una mayor capacidad para afrontar los desafíos que surgen dentro de una relación a largo plazo.
Es importante tener en cuenta que el éxito de un matrimonio depende de muchos factores como la compatibilidad, la comunicación, la resolución de conflictos y las circunstancias personales, más allá de la edad. Las estadísticas muestran tendencias generales, pero también existen casos aislados de matrimonios exitosos.