De Roma a París, los homenajes se multiplican este miércoles tras la muerte de Claudia Cardinale, «gran dama» del cine, fallecida la víspera en las afueras de París, donde vivía de forma «sencilla y humilde», según su hija.
Los elogios llegaron primero del mundo del cine, del que Cardinale, fallecida el martes a los 87 años en Nemours cerca de París, fue un icono mundial. El intérprete rodó más de 150 películas con directores como Luchino Visconti, Federico Fellini, Richard Brooks o Sergio Leone.
«Quizás fue la estrella más bella de la época más bella y rica de nuestro cine», afirmaron los responsables de los legendarios estudios romanos Cinecittà, Antonio Saccone y Manuela Cacciamani, donde se rodaron varias de sus películas.
La Bienal de Venecia, que organiza la Mostra de cine, rindió homenaje a la memoria de una actriz «única e inolvidable» que «iluminó el cine de autor italiano e internacional».
Conocida por sus papeles en películas como «El gatopardo», «Érase una vez en el Oeste» o «Fellini, ocho y medio», Cardinale era una de las actrices más emblemáticas del cine italiano junto a Gina Lollobrigida y Sophia Loren.
El Festival de Cannes, a través de su delegado general, Thierry Frémaux, rindió homenaje a una «italiana aventurera, libre y apasionada» que «nos robó el corazón película tras película (…) siempre con su alegría y audacia».
Los jefes de Estado italiano y francés se sumaron a los homenajes a esta actriz nacida en La Goulette, Túnez, el 15 de abril de 1938, de madre francesa y padre siciliano.
– «Sencilla y humilde» –
El presidente italiano, Sergio Mattarella, la describió como «una artista extraordinaria, una heroína inolvidable del cine italiano e internacional».
«Claudia Cardinale encarnaba (…) una mirada, un talento que aportó tanto a las obras de los más grandes, desde Roma hasta Hollywood, y París, que eligió como patria», afirmó el presidente francés, Emmanuel Macron, en X.
A los 17 años, Cardinale ganó un concurso de belleza al que ni siquiera se había presentado y que cambió su vida. Invitada a la Mostra de Venecia, cautivó al mundo del cine antes de rodar, a los 22 años, «Rocco y sus hermanos» (1960) de Visconti.
Con el director italiano hizo una de sus películas más importantes, «El gatopardo», junto a Alain Delon y Burt Lancaster, en 1963.
A pesar de ser una estrella mundial, la actriz vivía «de forma sencilla y humilde, tal y como era ella», dijo a AFP su hija Claudia Squitieri, que vivía con ella en Nemours, a un centenar de kilómetros al sur de París, en un lugar ecléctico que albergaba su casa y la Fondazione Claudia Cardinale, un centro de acogida y promoción de jóvenes artistas.
«Estoy muy feliz de haber podido compartir estos últimos años con ella, en fiestas y en la vida bulliciosa de este lugar», añadió. «Creo que fue feliz aquí».
El miércoles, algunas personas anónimas acudieron a depositar flores en la puerta verde de su casa.
Entre ellas estaba Patricia, muy emocionada, que quería rendir un homenaje a una «gran dama». «Marcó toda mi vida», dijo esta mujer.
«Le hablaba a menudo de ‘Érase una vez en el Oeste'», recuerda otro vecino, Frédéric Renard. «Y cada vez, ella me decía: ‘Pero, ¿sabe?, he hecho otras películas'», y le contaba los «entresijos» del rodaje.
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Redacción AFP