El folklore salvadoreño también tiene espacio para los espectros que son capaces de quitarnos el sueño y causarnos escalofríos de solo pensarlos.
Puede que a este punto, las leyendas que hemos mencionado hayan sido capaces de generar un pequeño susto. Sin embargo, los relatos de este apartado son capaces de estremecer hasta al más escéptico. Aquellas personas que tuvieron la mala suerte de volverse protagonistas de estas historias en la vida real aseguran como el horror les recorrió el cuerpo al toparse con estos míticos personajes.
Una visita religiosa
Para hablar del Padre sin Cabeza es necesario remontarse a los años de la colonia, cuando cientos de religiosos se instalaron en tierras salvadoreñas con la tarea de enseñar el catolicismo a los indígenas. Al igual que la mayoría de las leyendas, esta historia tiene dos versiones.
La primera de ellas relata que durante la propagación del catolicismo, muchos de ellos fueron asesinados por los terratenientes, quienes no querían que los indígenas que trabajan en sus tierras fueran influenciados por estas ideas. Uno de esos sacerdotes fue decapitado y desde entonces aparece en las noches en las entradas de las iglesias de los pueblos.
La otra versión menciona a un sacerdote que vivía en pecado por haber tenido un amorío con una mujer y luego murió de forma repentina sin haberse confesado, es por ello que su alma vaga por la tierra.
Lo cierto es que quienes lo han visto aseguran que es inofensivo y lo único que quiere es encontrar finalmente su cabeza. Aún así, esto no significa que no sea capaz de asustar a quienes lo encuentran.
Una pasajera singular
Por último, pero no menos espeluznante, está La Descarnada. Este espectro es comúnmente asociado o confundido con la Siguanaba, aunque se tratan de figuras distintas. Si te diriges a Chalchuapa por la carretera de Santa Ana, es importante que te mantengas alerta y si ves a una mujer pidiendo que pares, tal vez lo mejor sea no hacerlo.
Según cuentan algunos que tuvieron la desgracia de encontrarla, ella se presenta como una persona normal con una innegable belleza pidiendo que algún carro se detenga y pueda llevarla a un lugar cercano de la zona. Cuando los conductores le permiten entrar, pueden ver como la apariencia de esta mujer se transforma.
Quienes la han visto describen como la piel empieza a desprenderse dejando sus músculos al rojo vivo. Hay quienes afirman que el proceso no para hasta que queda solo su esqueleto.
Aunque la leyenda la ubica en Santa Ana, se dice que es posible verla en otras carreteras desoladas del país, donde espera ansiosa a su próxima víctima.
Ahora que conoces estas historias, ten cuidado si te encuentras en medio de la noche cerca de una iglesia; y si una mujer te pide que pares en medio de la carretera, solo sigue tu camino, ya que podrías enfrentarte a uno de estos espantos que forman parte de las leyendas de nuestra mitología cuscatleca.