Aunque la defensa reconoció que las relaciones de Diddy Combs, de 55 años, con sus acusadoras son «complicadas» negó que estuvieran marcadas por el «clima de miedo» que ha descrito la fiscalía.
La defensa del rapero Sean «Diddy» Combs trató de desmontar este viernes las acusaciones que le han sentado en el banquillo por asociación ilícita y tráfico sexual y desacreditar a las presuntas víctimas asegurando que lo que hay detrás es simplemente un asunto de «dinero».
«No se trata de justicia, no se trata de un delito, esto es sobre dinero», dijo en los argumentos finales el abogado Marc Agnifilo sobre este «empresario negro exitoso, hecho a sí mismo».
Aunque reconoció que las relaciones de Diddy Combs, de 55 años, con sus acusadoras son «complicadas» negó que estuvieran marcadas por el «clima de miedo» que ha descrito la fiscalía.
La fiscalía presentó al jurado que sellará la suerte de Combs una versión menos idílica tras repasar las declaraciones de 34 testigos y los mensajes, grabaciones telefónicas y vídeos de sexo explícito mostrados durante más de siete semanas de juicio.
La fiscal Maurene Comey dijo este viernes en la contraréplica que cuando Combs, que durante décadas fue una de las personas más poderosas de la música, cometió sus delitos más claros, «había sobrepasado tanto el límite que ni siquiera podía verlo».
«En su mente era intocable», dijo al jurado al rebatir a la defensa.
«El acusado nunca pensó que las mujeres de las que abusó tendrían el valor de decir en voz alta lo que les había hecho». «Eso se acaba en este tribunal», dijo. «El acusado no es un dios», zanjó.
Acusado de asociación ilícita, tráfico sexual por la fuerza y transporte para la prostitución, si es declarado culpable, Combs podría pasar el resto de sus días en la cárcel.
Y estos abusos los hizo, con ayuda de sus «leales lugartenientes» y «soldados rasos» que «existían para servir a sus necesidades», en el marco de asociación ilícita, en aplicación de una ley confeccionada para castigar los delitos de la mafia, según la fiscalía.
En el centro de su alegato está la afirmación de que los empleados de mayor rango -incluidos su jefe de personal y los guardias de seguridad, ninguno de los cuales testificó- eran conscientes de sus acciones y las facilitaron activamente.
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– ¿Consentimiento o coacciones? –

El lunes, el juez Arun Subramanian dará las instrucciones al jurado para que apliquen la ley en función de las pruebas mostradas en el juicio.
Cuando empiecen a deliberar, los 12 miembros del jurado tendrán que determinar si hubo consentimiento en las relaciones o fueron producto de coacciones.
La defensa reconoce que algunos actos de Combs pueden haber implicado violencia doméstica, pero eso no significa que sea tráfico sexual, dijo.
Las mujeres que ahora lo acusan, recordó Agnifilo, y que participaron en las orgías sexuales con trabajadores del sexo pagados que organizaba el magnate, eran adultas y tomaban sus propias decisiones.
Dos de las supuestas víctimas de tráfico sexual -la cantante Casandra «Cassie» Ventura y otra expareja que testificó bajo seudónimo- mantuvieron relaciones con el fundador de la discográfica Bad Boy Records durante mucho tiempo.
Aunque poco ortodoxo, el sexo era consentido, subrayó Agnifilo.
Ventura, que estuvo con Combs durante más de una década, «siempre fue libre de irse. Eligió quedarse porque estaba enamorada de él y él estaba enamorado de ella», dijo el abogado que no pasó por alto que la cantante recibió 20 millones del magnate cuando le denunció a finales de 2023 por violación y agresión sexual.
El abogado puso en duda que hubiera sido obligada a mantener relaciones sexuales con otros hombres pagados por Combs mientras él miraba.
«Se trataba de un estilo de vida. Si quieres llamarlo intercambio de parejas. Si quieres llamarlo tríos… eso es todo lo que es», zanjó.
Combs no subió al estrado para testificar. No está obligado a ello. La defensa tampoco presentó ningún testigo, algo que suele ser habitual en los juicios penales, ya que cabe a la fiscalía demostrar la culpabilidad del acusado.
REDACCIÓN: AFP