En el calendario hay fechas que marcan acontecimientos importantes, pero pocas como el 10 de mayo tocan fibras muy profundas del alma. Y es que el Día de la Madre, más allá de ser un día comercial, es una oportunidad para rendir tributo a esa figura que es parte fundamental de nuestras vidas.
Por ello, en este día, celebramos al ser que nos dio la vida; quien debe buscar la calma, porque si ella se altera, los demás de la casa también lo hacen. A la heroína que con sacrificio nos ha sacado adelante y nos ha formado como hombres y mujeres de bien para enfrentar el mundo.
Reconozcamos a las que crían solas, que trabajan doble turno, que educan en valores aún en medio de dificultades, que nunca descansan y que siempre están a la vanguardia. A nuestras abuelas, tías, hermanas, esposas y amigas que asumieron ese rol con total entrega. Cada una de ellas merece nuestro más profundo respeto y admiración.
Porque ser madre no es simplemente haber dado a luz. Es velar en silencio durante noches interminables, es llorar en secreto para no preocupar a la familia. Una madre es consejera, enfermera, maestra y, sobre todo, guardiana incansable del hogar y del corazón de sus hijos. Por eso, las llamamos “nuestras superheroínas”.
Se dice que no hay manual para ser madre, y sin embargo, han demostrado que lo han hecho muy bien desde que nos tuvieron en su vientre. Así que en este día abracemos fuerte a ese ser de amor que nos espera en casa, y a las que ya no están entre nosotros, recordémoslas siempre y nunca dejemos morir su legado.
Finalmente, a ti, madre, te agradecemos por ser cimiento, refugio y esperanza. Por enseñar con el ejemplo, por corregir con amor, por estar incluso cuando no estás físicamente. Este homenaje no alcanza a cubrir la grandeza de tu papel, pero es un pequeño intento de honrarte como mereces. ¡Feliz día, mamá!