Son muchas las cosas que nos emocionan de las vacaciones de agosto, pero sin duda la comida es una de las grandes favoritas.
Cada año, durante la primera semana de agosto, San Salvador se transforma en un vibrante mosaico de colores, tradiciones y, sobre todo, sabores. Pasear por las calles de la capital durante estas festividades es una experiencia sensorial única, donde el aroma de los platillos típicos impregna el aire y los paladares se embarcan en una aventura inolvidable.
Uno de los platos estrella de las fiestas es, sin duda, la tostada de plátano. Esta delicia crujiente se elabora con plátanos verdes fritos hasta alcanzar una textura perfecta y se sirve con una variedad de acompañamientos. Las tostadas de plátano, con su mezcla de sabores dulces y salados, son una parada obligatoria en cualquier recorrido gastronómico por las fiestas.
Además de las tostadas, las papas fritas y la yuca frita son imprescindibles. Estos antojitos, simples pero irresistibles, se sirven con salsas y aderezos.
Los dulces típicos de feria son otra de las estrellas de la gastronomía de las Fiestas Agostinas. Elaborados a base de frutos, harina y azúcar son el capricho perfecto para satisfacer a cualquiera y se pueden encontrar en casi todos los rincones de la feria.
Entre los antojos más populares también están los elotes locos: una mazorca salcochada y cubiertas con mayonesa, salsa de tomate, queso rallado, mostaza y salsa negra. Este aperitivo es una explosión de sabor en cada bocado, ideal para disfrutar mientras se pasea por las calles festivas.
Los churros españoles, crujientes por fuera y suaves por dentro, también son un éxito rotundo en las Fiestas Agostinas. Se sirven espolvoreados con azúcar, y a menudo se acompañan con una deliciosa taza de chocolate caliente para mojar. Este clásico importado ha encontrado un lugar especial en el corazón de los salvadoreños.
Para cerrar con broche de oro, las manzanas caramelizadas son una delicia visual y gustativa. Cubiertas con una capa de caramelo rojo brillante, estas manzanas no solo son un festín para los ojos sino también un placer para el paladar, ofreciendo un equilibrio perfecto entre el dulce del caramelo y la acidez de la manzana.
Cada bocado de estas opciones es una celebración de la identidad salvadoreña, una mezcla de tradición y creatividad que hace de estas festividades una experiencia inolvidable. Así que, ya sea que seas un amante de la buena comida o simplemente alguien que busca no olvidar los sabores que probaste de niño, no puedes perderte la oportunidad de saborear lo mejor de la cocina salvadoreña en estas fiestas.