Memo Ayala y su historia en Los Mustangs, la banda que conquistó la «época dorada» de El Salvador

Memo Ayala y su historia en Los Mustangs, la banda que conquistó la "época dorada" de El Salvador

Aunque Los Mustangs duraron pocos años en la escena, Memo Ayala nunca dejó atrás su pasión por la música; por el contrario, decidió construir su vida alrededor de ella.

A Carlos Guillermo Ayala o “Memo”, como lo conocen muchos, le gusta pensar que la música lo encontró antes de que él la buscara. Tenía 15 años cuando tomó un bajo por primera vez, sin imaginar que ese instrumento lo convertiría en una pieza esencial de una de las bandas más queridas y recordadas de la época dorada del rock salvadoreño: Los Mustangs. 

Hoy, a sus 77 años, aún toca con la misma serenidad con la que, siendo adolescente, se reunía con sus amigos de la colonia Centroamérica, en San Salvador, para inventar sonidos que, sin saberlo, serían parte de la historia musical de El Salvador.

La suya es una historia tejida de casualidades felices, de descubrimientos improvisados y de un amor tan auténtico por la música que, incluso cuando las luces se apagaron y las modas cambiaron, él siguió tocando simplemente “por diversión”, como insiste. Pero detrás de esa modestia hay un capítulo esencial del rock salvadoreño en el que su nombre fue protagonista.

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Foto: Guillermo López

El nacimiento de Los Mustangs

Antes de llamarse Los Mustangs, Memo y sus compañeros se hacían llamar The Beatnicks y luego The Veacing. Buscaban identidad, un sonido propio y un nombre que los representara. La chispa llegó un día cuando abrieron un diccionario y encontraron la palabra que los sepultaría como una de las bandas pioneras del rock en esta tierra salvadoreña.

“La palabra Mustangs de casualidad la vimos en el diccionario y nos gustó el significado, así que decidimos hacerla nuestra”, recuerda Memo. Y añade, con una sonrisa evidente: “Nos pusimos ese nombre no por los carros, porque esos vinieron hasta el 65, sino porque significaba ‘caballo salvaje’. Y así éramos nosotros: jóvenes, libres y sin frenos”.

Para 1964 ya eran Los Mustangs de El Salvador, mucho antes de saber que en otros países, como España y Colombia, existían bandas con el mismo nombre. “No sabría decirle si surgieron antes o después de nosotros, pero para cuando los escuchamos, nosotros ya estábamos establecidos”, explica.

Todos los integrantes eran adolescentes, entre 15 y 18 años, vecinos de la misma colonia. Tocaban por hobby, sí, pero el talento que compartían era evidente. La primera alineación tenía un aire beatlemaníaco: Paco Morales (primera guitarra), Memo Ayala (bajista), Chamba Rodríguez (pianista), Jorge Calderón (baterista) y Ricardo Melin Cardona (segunda guitarra con voz). Con el tiempo y con la salida de algunos de los integrantes originales, se integraron músicos clave, como Chamba Elías (requinto), Jorge Delgadillo (en coros) y Guayo Meléndez (primera guitarra).

En esos años dorados, Los Mustangs destacaron por algo poco común: la creación musical propia. Mientras la mayoría de bandas juveniles grababan una o dos canciones originales, el grupo al que permanecía Memo alcanzó un 40% de composiciones inéditas.

“Todos componíamos canciones. Unas las hice yo; otras las hizo Melin; y los músicos demás también hacían canciones”, dice con orgullo el artista. Y vaya que sí se notaba. Éxitos como “Abre los ojos”, “Te vi pasar”, “Los dos” o “Triunfar o fracasar” se convirtieron en referente de un rock progresivo y pulido que conectó con miles de jóvenes de la época.

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Pero eso no fue todo. Los Mustangs también tenían una particularidad muy celebrada: eran expertos en traducir y adaptar canciones extranjeras antes de que las versiones originales llegaran a sonar en el país. “Eso al público le agradaba bastante, porque muchos no entendían otro idioma”, revela el salvadoreño.

En esos años, la música se movía entre el rock y la balada, tanto en español como en inglés. Pero lo que realmente distinguía a este grupo era la energía, misma que sigue manteniendo Memo en la actualidad. No pretendían ser estrellas; tocaban porque les apasionaba.

Los escenarios inolvidables

La época dorada del rock salvadoreño no existió sola; fue apoyada por algunas figuras del medio del espectáculo que creían en estos jóvenes y que sabían que sus talentos podían brillar más allá de las fronteras patrias. 

Memo lo recuerda con gratitud: “Hubo personas como Tito Carías y Willie Maldonado que sí apoyaron bastante. Ellos organizaban eventos y nos llevaban seguido a dar conciertos a canal 4. Además, casi todos los locutores de la radio La Femenina fueron impulsores de los músicos de ese entonces”.

Y fue precisamente creer en su talento lo que llevó a Los Mustangs a tocar en escenarios de Honduras, Guatemala y por todo El Salvador. Se presentaron en fiestas patronales, casas comunales, eventos privados y alcaldías. Y, por supuesto, en competencias musicales, donde dejaron su huella. Una de las más memorables ocurrió en el Gimnasio Nacional, organizada por el Círculo Militar.

“Una vez, el Círculo Militar organizó un concurso en el Gimnasio Nacional y obtuvimos un premio de 500 colones, que era un montón en aquella época; un trofeo, que a saber qué se hizo; y un viaje a México, que nunca nos lo dieron” dice entre risas. “Pero la cosa fue que ganamos”, agrega.

No obstante, a finales de los 60 y principios de los 70, la escena cambió. El rock, que había dominado por casi una década, comenzó a perder terreno frente a la música tropical: cumbia, merengue y salsa. “Eso vino a hacer a un lado la música que estaba de moda en los 60. Se vino abajo todo”, lamenta.

Así que, Los Mustangs, que siempre habían visto la música como un pasatiempo más que como una profesión, tomaron rumbos distintos. “Cada uno buscó su camino. Unos se quedaron estudiando, otros emigraron”, cuenta Memo. Él mismo se fue a Estados Unidos y dejó temporalmente los escenarios.

Rolando Morán (Izquierda) y Memo Ayala.

Pero el adiós no fue definitivo. La banda se reunió en varias ocasiones para homenajes y eventos especiales, como un concierto en el Teatro Presidente dedicado a Tito Carías. “Todavía tengo fotos de esas tocadas”, asegura con tono nostálgicas.

Y es que, han pasado 61 años desde que surgió la banda Los Mustangs, y aunque algunos de sus integrantes ya partieron de esta vida, su música sigue vigente, recolectando con los años a fanáticos de sus voces y ritmos. Rolando Morán es uno de sus fans más antiguos. Él tiene más de 50 años de escuchar la música de esta agrupación y de ser amigo de Memo.

“La música de Los Mustangs tenía un toque especial… un rock más selectivo, más progresivo. Por eso, esta música pegó, ya que esta gente, como dice Memo, lo hacían por hobby. Es más, creo que ellos nunca se imaginaron que iban a escribir la historia de la música salvadoreña con letras de oro. Creo que no pensaron que iban a trascender tantas generaciones. Ya son 50 años con esta música, y todavía se escucha. No pasa de moda. Hay mucha juventud en la actualidad que le gusta este tipo de música”, expresa con amor Morán.

Hoy, Memo sigue tocando con la misma pasión juvenil con la que lo hizo con Los Mustangs y bandas como Los Supersónicos, Aurora, Grupo Raíces y Colección Privada. Actualmente, a sus 77 años, forma parte de las agrupaciones Nuevo Sol y Decibeles, con las cuales continúa activo en los escenarios.

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