Menstruación y medio ambiente: ¿Contaminas sin saberlo? Alternativas que sí ayudan

La menstruación es un proceso natural, pero los productos que usamos para vivirlo pueden estar dañando el planeta más de lo que imaginas.

Cada mes, millones de personas menstruamos alrededor del mundo. Pero, ¿alguna vez te has preguntado qué pasa con todos los productos que utilizamos? En promedio, una persona menstruante usa entre 10,000 y 15,000 productos desechables durante toda su vida. Toallas sanitarias, tampones y otros elementos que, hechos en gran parte de plásticos y químicos, tardan entre 500 y 800 años en degradarse. Esto significa que, multiplicado por millones de personas, estos residuos contaminan nuestros mares, suelos y hasta la cadena alimenticia.

Este impacto ambiental es preocupante. Los productos menstruales desechables, al no biodegradarse, se acumulan en vertederos y océanos, afectando la vida marina y el equilibrio ecológico. Pero, ¿existen alternativas?

Una de las opciones más populares y ecológicas es la copa menstrual, un dispositivo reutilizable hecho de silicona médica que puede durar hasta 10 años, sustituyendo miles de productos desechables. Sin duda, desde el punto de vista ambiental, representa un gran avance. Sin embargo, la realidad social nos obliga a ver más allá: para muchas personas, la copa no es una opción accesible debido a su costo inicial, y muchas ni siquiera tienen acceso básico a productos menstruales como toallas o tampones.

Además, están las compresas de tela reutilizables, fabricadas con materiales como algodón orgánico, ofrecen una opción cómoda y sostenible que se puede lavar y reutilizar durante años. Otra alternativa cada vez más reconocida es la ropa interior menstrual, diseñada con capas absorbentes que permiten hasta 12 horas de protección sin fugas, ideal para flujos regulares o abundantes, y completamente reutilizable.

Para lograr un cambio real, es fundamental buscar soluciones que sean tanto sostenibles como accesibles para todas las personas, sin importar su situación económica o social. La sostenibilidad no se trata solo de cambiar un producto; implica cuestionar un sistema que perpetúa la desigualdad menstrual y limita el acceso a productos dignos y ecológicos. Por eso es vital educar sobre el impacto ambiental de los productos menstruales y apoyar iniciativas que trabajan para reducir esta desigualdad. Recordemos que no existe conciencia ambiental sin justicia social.