Desde su elección en 2013, el papa redefinió el papel de la Iglesia con un enfoque centrado en la inclusión, el diálogo interreligioso, la migración y la misericordia.
Jorge Mario Bergoglio, nació el 17 de diciembre de 1936, en Buenos Aires, Argentina. Era hijo de padres inmigrantes italianos piamonteses y el mayor de cinco hermanos. De niño, su mayor sueño era convertirse en carnicero, pero Dios, le tenía un mejor propósito: ser el papa número 266 en liderar la Iglesia Católica.
Su abuela Rosa fue quien lo acercó a Dios cuando era un niño, pero antes de ser llamado a la vida religiosa, Bergoglio se enamoró de su vecina Amalia Damonte, quien, por poco, se convierte en su esposa.
Según narró Damonte a los medios de comunicación, un día Bergoglio le escribió una carta en la que le pedía que se casaran, y que, si su respuesta era no, entonces se hacía cura. Palabras que terminaron cumpliéndose debido a que los padres de Amalia no permitieron que la relación continuara.

Tiempo después, Bergoglio ingresó como novicio a la Compañía de Jesús. Aprendió francés, italiano, alemán, inglés, latín y griego. Y se especializó en ingeniería química, filosofía y teología.
En 1969, a sus 32 años, fue ordenado sacerdote. Posteriormente, fue provincial de los jesuitas durante los años de la guerra sucia en Argentina. En 1997 se convirtió en arzobispo de Buenos Aires y solo cuatro años después, en 2001, Juan Pablo II lo nombró cardenal.
En 2011 presentó a Benedicto XVI su renuncia como arzobispo debido a que había cumplido la edad de jubilación. Dos años después, el 13 de marzo, en la quinta votación efectuada durante el segundo día de cónclave, fue elegido como el papa número 266 de la Iglesia Católica.
Finalmente, tras 12 años y 13 días de papado, el sumo pontífice, de 88 años, falleció el 21 de abril en Santa Marta, su residencia en el Vaticano, a causa de un derrame cerebral que le provocó un paro cardíaco. El funeral es este sábado 26 de abril a las 10:00 a.m. de Roma (2:00 a.m. de El Salvador). Sus restos descansarán en la Basílica de Santa María la Mayor.

Un papa diferente
El papa Francisco fue el primer pontífice de América, el primer hispanohablante, el primer jesuita en ser papa y el primero en elegir el nombre de Francisco, en honor a San Francisco de Asís y del gran evangelizador de la Compañía de Jesús, San Francisco Javier.
Rechazó privilegios
Tras ser elegido papa, el pontífice decidió no vivir en el Palacio Apostólico, por lo que se instaló en la Casa de Santa Marta. Además, evitó el uso de vestimenta ostentosa, joyas de oro, así como los zapatos rojos, típicos del papado; en su lugar, usó negros. En cuanto a los rituales funerarios papales, eliminó el uso tradicional de tres ataúdes (de ciprés, plomo y roble) utilizados en forma encajada.
Humilde y apasionado
Fue una persona humilde y modesta, pero con un mensaje firme y lleno de convicción. Se destacó por su valiente defensa de la vida en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural. Su pasión fue la música, la literatura y el fútbol.
Encuentros interreligiosos
El papa Francisco hizo lo que ninguno de sus antecesores había hecho: tener un acercamiento con otras religiones. Durante su mandato, tuvo encuentros históricos con líderes del islam y del judaísmo. Además, firmó un documento sobre la fraternidad humana con el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmen Al-Tayeb, promoviendo la paz y la convivencia entre personas de diversos credos.
El matrimonio y el divorcio
En la exhortación apostólica “Amoris Laetitia” (La alegría del amor), el papa expresó que las personas divorciadas no deben “sentirse excomulgadas”, sino que tienen la posibilidad de “vivir y madurar como miembros activos de la iglesia”. También señaló que aquellos que se han separado de su cónyuge, con quien se casaron por la Iglesia Católica, no están necesariamente en una situación de pecado mortal. “Nadie puede ser condenado para siempre”, afirmó el pontífice.
Sobre el rol de la mujer
El sumo pontífice mantuvo la tradición católica y se opuso al ordenamiento de mujeres como sacerdotes expresando que es “un problema teológico”. No obstante, eligió a una monja italiana, la hermana Raffaella Petrini, como la primera mujer para gobernar la Ciudad del Vaticano. Además, en enero de 2025, nombró a Simona Brambilla como prefecta del Vaticano, siendo la primera de la historia en dirigir el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Veló por los más vulnerables
A lo largo de su pontificado, Francisco alzó la voz en reiteradas ocasiones en defensa de los inmigrantes, reclamando medidas que garantizarán su protección y recordando que “no se les puede dar la espalda”. También abogó por los más pobres, incluso, convirtió una plaza del Vaticano en un refugio para las personas sin hogar, a quienes llamaba “nobles de la calle”. Una de sus frases más populares fue “¡Cómo me gustaría una iglesia pobre para los pobres!».