Pedro Martínez, el pianista salvadoreño que está dejando huella con su talento en cada rincón del país

El salvadoreño descubrió su talento para este instrumento cuando era niño, y desde entonces se ha consolidado como uno de los pianistas más destacados de El Salvador.

Todos los miércoles, por las noches, el pianista salvadoreño Pedro Martínez se hace presente en el restaurante Viva Vino, en San Salvador, para cautivar a un elegante público con un enriquecido y variado repertorio musical.

A partir de 7:00 de la noche, Pedro se apodera del lugar y se convierte en el protagonista de la velada, al tocar en su piano de cola melodías que van desde hits de películas hasta clásicos de los 80 y 90. Los asistentes también pueden elegir entre más de 1,200 temas para disfrutar de la ocasión mientras se deleitan de una deliciosa cena con una copa de vino.

El artista, de 34 años, inició a tocar en el lugar en 2024 y, desde entonces, todos los miércoles muchas personas llegan para escucharlo.

“Realmente, yo considero que la música es el contenido y nosotros los músicos somos los mensajeros. Partiendo de eso, al compartir la música logro evocar sentimientos. Hay gente que se reencuentra en una cierta catarsis con la gente que recuerda”, revela.

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Foto: cortesía/ Guillermo López

Actualmente, también es docente de piano en la carrera de Música de la Universidad José Matías Delgado y de la Escuela Nacional de Música.

“Mi primera oportunidad como docente ya formal fue en el Palacio Tecleño en el que comencé a dar cursos de piano a niños muy pequeños. Y nunca pensé que iba a ser esa mi profesión, pero sí sabía que me apasionaba y gustaba”, recuerda.

Pedro, originario de San Salvador, viajó a Costa Rica cuando era muy joven a estudiar su bachillerato y su licenciatura en Música, motivado por su padre, quien siempre había tenido una fuerte conexión con este arte.

“Mi deseo por tocar el piano realmente sucede ahí por los 2000. Mi papá siempre fue un apasionado de la música. Creo que fue uno de los temas que nunca logró resolver de su vida: el ser músico. Sin embargo, yo tengo dos hermanos, y a los tres nos pusieron a estudiar música”, comenta.

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Foto: cortesía/ Guillermo López.

A los 17 años se metió de lleno a la música, en especial a tocar el piano, y se fue abriendo camino en la escena artística, conquistando los sentidos auditivos de quienes tenían la oportunidad de disfrutar de su talento.

Cabe destacar que el piano no fue el primer instrumento que quiso tocar, Pedro recuerda que de niño se imaginaba tocando el bajo. No obstante, sus padres no tenían las posibilidades de adquirir un instrumento de esos. Así que la única opción que tenía era tocar un teclado «viejo» que había en su casa.

“Yo siempre fui fanático del bajo, me gustan los sonidos graves. Sin embargo, no había la posibilidad de adquirir un bajo. Entonces, mi papá me dijo ‘mira, ahí hay un teclado viejo en él puedes practicar; en cambio, un bajo no podemos adquirirlo’. Quizás fue por necesidad, pero al mismo tiempo me fui descubriendo en ese instrumento (el piano)”, añadió.

El salvadoreño revela que ser pianista le ha traído grandes desafíos, ya que tuvo que emigrar a otro país para poder especializarse y luchar por destacar en un industria muy competitiva. Sin embargo, ahora su talento se ha convertido en una fuente de trabajo, pues forma parte de musicales y pequeños formatos, y es invitado a tocar en bodas, recitales y fiestas privadas.

Por último, como instrumentalista de piano, ha tenido la oportunidad de presentarse en el Museo Marte, en el Teatro Nacional de San Salvador y fuera de las fronteras patrias, llevando su talento a grandes escenarios, donde siempre es recibido con euforia y aplausos.