Las primeras citas son momentos importantes para empezar a conocer a alguien y crear una conexión real. Sin embargo, hay preguntas que es mejor evitar para no generar incomodidad ni arruinar la oportunidad de un segundo encuentro.
Hay algo mágico en las primeras citas: ese instante donde dos personas se sientan frente a frente, aún con la historia en blanco, con la ilusión de descubrirse lentamente. Pero justo en ese punto nace también una gran responsabilidad: la de cuidar el espacio del otro. Porque aunque nos inquiete saber más, no todo debe preguntarse de inmediato.
A veces, el deseo de conectar nos empuja a indagar demasiado pronto, como si una lista de preguntas pudiera revelarnos quién es realmente la persona que tenemos enfrente. Sin embargo, no todo se dice al primer encuentro, ni todo se debe preguntar. Hay historias que necesitan tiempo, hay heridas que no son tema de conversación, y hay silencios que hablan más que cualquier respuesta.
Una de las primeras preguntas negativas al inicio de una cita es, preguntar: ¿Por qué estás soltero/a? puede parecer inofensivo, pero suele interpretarse como un juicio sobre su situación sentimental. Tampoco es buena idea indagar sobre cuántas parejas ha tenido, porque puede hacer que la otra persona se sienta invadida o juzgada.
Otro tema delicado es el dinero. Preguntar «¿Cuánto dinero ganas?» puede dar la impresión de que solo te interesa su estatus económico, en lugar de conocer a la persona. Lo mismo sucede con preguntas sobre relaciones pasadas o por qué terminó con su ex: puede abrir heridas o poner a la persona a la defensiva. También es mejor evitar hablar de matrimonio o hijos en una primera cita, pues estas preguntas suelen ser prematuras y generar presión.
Temas polémicos es “¿Cuántos novios o novias has tenido?” en una primera cita puede resultar incómodo y poco constructivo. Aunque muchas veces surge de la curiosidad natural por conocer el pasado sentimental de alguien, esta pregunta puede hacer que la otra persona se sienta juzgada o invadida. Cada relación es una experiencia personal y única, y reducir toda una historia afectiva a un número puede parecer superficial o hasta insensible.
Por último, preguntas demasiado intensas, como “¿qué harías si te enamoras de mí?”, pueden hacer que la otra persona se sienta atrapada o presionada en un momento en que todavía están conociéndose.
Lo ideal en una primera cita es mantener la conversación ligera, respetuosa y dejar que la confianza crezca de forma natural. Una buena primera cita no se trata de escarbar, sino de compartir. De observar cómo se ríe el otro, cómo mira, qué temas elige. Se trata de crear un clima donde el respeto y la curiosidad vayan de la mano. Porque preguntar no es solo un acto de interés, también puede ser, sin quererlo, una forma de invadir.
Quizás el verdadero arte de una primera cita esté en saber escuchar, en dejar espacio a lo que el otro quiera contar. Y en comprender que, si todo va bien, habrá tiempo para hablar de todo lo demás.