Al grito en latín de «extra omnes» (todos fuera), las puertas de la Capilla Sixtina se cerraron este miércoles y aislaron del mundo a los 133 cardenales que deberán elegir al sucesor del papa Francisco, fallecido el 21 de abril tras 12 años de pontificado.
El maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, monseñor Diego Ravelli, cerró las pesadas puertas de la capilla, después que la abandonaran las personas no autorizadas a participar en la reunión.
Al grito en latín del «extra omnes», todos fuera, los cardenales se encerraron este miércoles en la Capilla Sixtina para elegir al sucesor del papa Francisco en un cónclave incierto y sin claros favoritos.
Los 133 «príncipes de la Iglesia» quedaron aislados del mundo, sin acceso a internet, teléfonos, televisión o la prensa, hasta que escondieron un nuevo pontífice.
Una primera votación está prevista para la tarde de la que no se espera la fumata blanca que antecede el «Habemus papam».
La felicidad mientras tendrá la mirada fija en la pequeña chimenea que emitirá en forma de humo el resultado de los escrutinios. En la plaza San Pedro, unos pocos kilómetros turistas y fieles ya tomaban fotografías del pequeño tubo de cobre, casi indistinguible.
«Venimos a ver la fumata», dijo a la AFP Gabriela Sanz, turista de 48 años proveniente de Mar del Plata, Argentina. «Ya tuvimos un papa argentino que fue algo único en la historia».
«Y ahora sería una emoción ver una fumata. Da igual que no sea blanca», añadió.
– «Disposición divina» –
Cuando el maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, monseñor Diego Ravelli, cerró las puertas, un aplauso se escuchó en la plaza San Pedro.
Los cardenales juraron antes de guardar secreto sobre el proceso y desempeñar «fielmente» el papel de pontífice si resulta electo por «disposición divina».
Con el hábito coral rojo, que rinde honor a la sangre de Cristo, pronunciaron primero el juramento juntos y luego individualmente ante el altar con la mano sobre el Evangelio.
El italiano Pietro Parolin, el cardenal elector más antiguo según el orden de precedencia, lideró a los cardenales en la invocación latina del Espíritu Santo: «Veni, Creator Spiritus».
La elección previsiblemente necesitará más negociaciones y varias votaciones en la Capilla Sixtina, condicionadas con varias hileras de mesones con telas marrones y rojas, sobre las cuales aparecerán los nombres de cada elector.
Frente a los magníficos frescos del Juicio Final los purpurados votarán «en presencia de Dios» bajo solemne silencio.
Cada cardenal escribe el nombre de su candidato, dobla la papeleta y la coloca en un plato de plata, que se usa para depositarla en una urna ubicada frente al Juicio Final.
Las papeletas se queman en una estufa con ayuda de químicos: si no se llega a los dos tercios, el humo es negro; si hay papa, la fumata es blanca.
– «Bergoglistas» contra conservadores –
Si este miércoles nadie obtiene la mayoría de los tercios requeridos -al menos 89 votos- para proclamar al 267º pontífice, los cardenales votarán cuatro veces a partir del jueves: dos por la mañana y dos por la tarde.
El decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, llamó en una misa previa al cónclave a «mantener la unidad de la Iglesia» de cara al momento «difícil, complejo y convulso» que enfrentará el futuro líder espiritual de 1.400 millones de católicos.
La Sixtina no será un espacio para discursos, debates y negociaciones que llevarán un nombre en el que estén de acuerdo los «bergoglistas», devotos de Jorge Bergoglio, y el ala más conservadora que criticó mucho a su pontificado reformista enfocado en los pobres.
Los intercambios se darán durante las comidas o reuniones en la residencia Santa Marta y otras dependencias vaticanas, donde los cardenales estarán aislados sin acceso a internet, celular, televisor o prensa.
Las elecciones de Benedicto XVI y Francisco tomaron dos días. La mayoría de los cardenales estima máximo tres; los más pesimistas, cinco. Los purpurados, en cualquier caso, juran mantener en secreto los detalles de todo el proceso.
Francisco creó el 80% de los cardenales que participarán en el cónclave, el mayor y más internacional de la historia con prelados de unos 70 países.
Parolin figura entre los favoritos para relevar a Francisco, de quien fue su secretario de Estado por 12 años.
El diario Il Messaggero incluye además en la «galaxia de papables» al italiano Pierbattista Pizzaballa, el húngaro Peter Erdo, el esrilanqués Malcolm Ranjith y al español Ángel Fernández Artime.
Cardenales prometen guardar silencio
Los 133 cardenales que deben elegir al sucesor del papa Francisco juraron este miércoles en la Capilla Sixtina guardar el secreto de su votación y de todas las discusiones del cónclave.
Los purpurados pronunciaron el juramento juntos y luego cada «príncipe de la Iglesia» se acercó de nuevo al altar para jurar de nuevo de forma individual con la mano sobre el Evangelio.
Redacción AFP