Todos sabemos lo fundamental que es cepillarnos los dientes dos o tres veces al día y cambiar el cepillo de dientes con regularidad. Sin embargo, hay otros riesgos que a menudo pasamos por alto y que también pueden poner en peligro nuestra salud.
A menudo, solo nos damos cuenta de que debemos cambiar el cepillo de dientes cuando las cerdas ya están completamente deformadas, pero para entonces ya es tarde. Tras unas semanas de uso, las cerdas pierden su resistencia y capacidad para eliminar la placa correctamente. Además, las bacterias y hongos pueden acumularse entre las cerdas con el tiempo, lo que también señala que es momento de reemplazarlo. Aquí te contamos las razones por la que debes cambiar tu cepillo de manera regular y dónde debes almacenarlo.
Señales de que tu cepillo de dientes ya está listo para ser reemplazado
No es necesario esperar a que tu cepillo se vea visiblemente deteriorado para reemplazarlo, pero si notas alguno de los siguientes signos, es hora de cambiarlo:
- Las cerdas están dobladas, aplastadas o han perdido su firmeza.
- Algunas cerdas se han roto o el cabezal o mango muestran signos de desgaste.
Aunque tu cepillo aún pueda parecer funcional, estos indicios indican que su eficacia se ha reducido y no está proporcionando una higiene bucal óptima.
¿Por qué es esencial cambiar tu cepillo de dientes?
Cepillarse los dientes tres veces al día es esencial para mantener una boca saludable, pero esta rutina pierde eficacia si el cepillo no está en buen estado. Un cepillo desgastado es un foco de bacterias, lo que puede generar problemas mayores para tu salud bucodental. Aquí te contamos por qué es crucial reemplazarlo a tiempo:
- Las cerdas pierden efectividad: Con cada cepillado, las cerdas se desgastan y pierden su capacidad de limpiar adecuadamente.
- Contaminación bacteriana: Los baños son lugares cálidos y húmedos, condiciones ideales para la proliferación de bacterias. Si el cepillo permanece en este entorno, puede convertirse en un refugio para microorganismos perjudiciales para tu salud bucal.
- Infecciones bucales y enfermedades periodontales: Un cepillo en mal estado aumenta el riesgo de infecciones fúngicas y bacterianas en la boca, e incluso puede contribuir al desarrollo de enfermedades periodontales.
- Evita el uso de capuchones: Aunque puede parecer una buena idea cubrir el cepillo, esto impide que las cerdas se sequen correctamente, creando un ambiente propicio para la acumulación de bacterias.
Además, si has tenido caries, es importante que cambies el cepillo después de haber tratado la afección. Las bacterias presentes en el cepillo pueden causar reinfecciones y afectar a otros dientes.
Por otro lado, para mantener la efectividad de tu cepillo y garantizar una higiene bucal adecuada, es fundamental seguir estos sencillos cuidados:
- Después de cada uso, enjuaga bien el cepillo y sacúdelo para eliminar el exceso de agua. Asegúrate de que esté completamente seco antes de guardarlo.
- Guarda tu cepillo en un lugar seco y aireado, lejos de fuentes de calor, y evita que entre en contacto con los cepillos de otras personas.
- El baño es un lugar con alta concentración de bacterias, por lo que es recomendable mantener el cepillo alejado del inodoro. Además, recuerda siempre bajar la tapa del inodoro al tirar de la cadena para evitar la dispersión de gérmenes.