Los estudios científicos han demostrado que pasar más de dos horas en la naturaleza contribuye a reducir el estrés, la ansiedad y fortalecer el sistema inmunológico.
Recorrer senderos llenos de vegetación, abrazar un árbol durante unos minutos, caminar descalzo sobre la tierra o simplemente respirar aire fresco en un espacio natural son algunas de las mejores formas para limpiar el alma, sanar dolores y recargar energías positivas.
De hecho, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala que los parques, bosques y viveros son entornos ideales para la actividad al aire libre, ya que ayudan a reducir el riesgo tanto de enfermedades mentales —como la depresión y la ansiedad— así como de enfermedades no transmisibles, entre ellas el cáncer, la obesidad o la diabetes.
Estos beneficios han sido aprovechados por distintas culturas. En Japón, por ejemplo, se practica el Shinrin-yoku o “baño del bosque”, que consiste en caminar lentamente por la naturaleza mientras se inhalan las fitoncidas, sustancias aromáticas que emiten los árboles y las plantas. Esta práctica ha demostrado reducir la presión arterial, aliviar síntomas depresivos y mejorar la salud mental.
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“La inhalación de aire fresco y de los compuestos orgánicos volátiles (fitoncidas) que emiten los árboles fortalece la función inmunológica del ser humano y mejora la salud física y mental”, afirma la FAO.
The Nature Conservancy (TNC), una organización ambiental global sin ánimo de lucro fundada en 1951, coincide con estas afirmaciones y resalta que las zonas naturales son esenciales para la vida, ya que actúan como reguladores del clima, purificadores del aire y del suelo, y conservadores de la biodiversidad.
Pero ¿cuánto tiempo una persona necesita pasar en la naturaleza para obtener estos beneficios? Según un estudio publicado en Scientific Reports en 2019, bastan dos horas a la semana en espacios naturales para fortalecer el sistema inmune, disminuir la presión sanguínea y reducir el riesgo de enfermedades como el asma, la diabetes y otras afecciones crónicas.
En El Salvador, existen numerosos espacios ideales para este propósito. Desde bosques encantadores como, Ecoparque El Espino, Parque Bicentenario y Parque Balboa, hasta jardines botánicos y viveros dedicados a la conservación, estudio y divulgación de la flora salvadoreña. El país ofrece muchas alternativas para reconectar con la naturaleza y alargar la vida.
Por lo tanto, cada vez que tengas la oportunidad, visita estos espacios naturales y déjate envolver por los aromas de las plantas y la frescura de los árboles. Incluso, tómate el tiempo para conocer más sobre los viveros y bosques, sus funciones y su valioso aporte al planeta. Tu cuerpo, tu mente y la Tierra te lo agradecerán.
