Construir nuestra imagen y estilo no es algo sencillo, pero el camino para descubrirlo es una aventura única que nos hace preguntarnos: ¿Quiénes somos? ¿Qué queremos proyectar?
Todas las personas somos diferentes. Cada uno viene de contextos y lugares distintos, y aún compartiéndolos seguimos siendo diferentes. A medida que crecemos empezamos a definir nuestra personalidad, gustos y estilo. No vamos a mentir, aunque sea fácil decirlo, encontrar nuestra propia identidad a través de la ropa no es algo sencillo.
Probablemente al inicio decidamos fluir con la corriente y seguir modas, inclinarnos por prendas en tendencias y quedarnos en un lugar seguro donde recibamos elogios por nuestras decisiones. Sin embargo, y a medida que nos volvemos un poco más conscientes de nuestro cuerpo, pero especialmente de quiénes somos y lo que deseamos proyectar, empezamos a tomar caminos más arriesgados.
Todo esto influye en la manera en la que consumimos ropa. Al inicio, las grandes transnacionales se vuelven nuestras mejores aliadas ya que nos ofrecen prendas que se acoplan a la tendencias del momento, mientras que cuando tenemos claridad en lo que queremos comunicar a través de nuestra imagen nos volvemos más “quisquillosos”. Empezamos a sumergimos en las tiendas de segunda mano que nos ofrecen un abanico más amplio de prendas atemporales, además de emprender la búsqueda de marcas que se acoplen a nuestra identidad.
Para los diseñadores de moda este proceso de autodescubrimiento es el mismo. Si bien se debe pensar en lo que es funcional en términos de consumo, quedarse ahí es renunciar a la oportunidad de explorar el potencial de todo lo que pueden llegar a ser. Esta limitante puede garantizar ventas, pero convierte a las prendas en simples productos de consumo sin identidad, ni vida.
Hablar o tratar de definir la identidad del diseño de moda en El Salvador es complicado. Aunque muchos de los diseñadores mencionan entre sus inspiraciones la identidad salvadoreña, esto sigue siendo un poco ambiguo y nos plantea una segunda pregunta: ¿de verdad existe una identidad salvadoreña?