Jorge Mario Bergoglio fue un hombre sencillo que caminó con el pueblo, llevó su fe en los gestos y el amor por el fútbol en su sangre.
Aunque ocupó el trono de Pedro, el papa Francisco nunca dejó de ser Jorge Mario Bergoglio, aquel muchacho de Buenos Aires que encontró en el fútbol una pasión que lo acompañaría toda la vida. Cuando tenía nueve años, su padre lo llevó a ver el Club Atlético San Lorenzo de Almagro. Desde entonces, el equipo se le metió en el alma y se volvió parte de su fe futbolera.
El mundo se dio cuenta de su amor por el fútbol inmediatamente después de ser elegido papa, en 2013, cuando San Lorenzo publicó en redes sociales una fotografía de él sosteniendo el escudo del club del que también era socio, con el carnet Nº 88.235. Curiosamente, estos números coinciden con su edad y la hora en que falleció el pasado 21 de abril: a los 88 años y a las 02:35 (hora Argentina).
En los discursos, gestos y encuentros del pontífice no faltaban sus referencias hacia el fútbol. Incluso, comparaba el deporte con la vida cristiana.
“¿Qué hace un jugador cuando se le llama para formar parte de un equipo? Tiene que entrenarse y entrenarse mucho. Así es nuestra vida de discípulos del Señor», expresó en una vigilia de oración con jóvenes en Río de Janeiro, Brasil, en 2013.
Además, en el Vaticano era común que los fieles le acercaran banderas y camisetas del equipo azulgrana que siempre aceptaba con alegría.
«Nunca fue uno más y siempre fue uno de los nuestros. Cuervo de niño y de hombre, cuervo como sacerdote y cardenal, cuervo también como papa», escribió el Club San Lorenzo en redes, llamándolo con el apodo de sus hinchas.
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De Maradona a Messi
En 2014, el papa recibió a Diego Maradona (fallecido en 2020), quien le llevó una camiseta de la selección argentina con la inscripción “Francisco” y el emblemático número 10 en la espalda. Maradona declaró entonces que la sencillez de Francisco lo había conquistado al punto de devolverle la fe.
Por su parte, Lionel Messi, capitán de la selección argentina y también recibido por el pontífice en 2013, publicó tras su muerte: “Un papa distinto, cercano, argentino…”
La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) lo despidió con un emotivo video en su cuenta de X donde comparó sus cualidades con las de un buen futbolista «que nunca hizo la individual» y «predicó siempre el juego en equipo».
«No vino a vender humo, jugó como siempre se juega en el fin del mundo, con sacrificio, siempre con los mismos botines y con los pies en la calle», alegó.
En resumen, es indiscutible que el primer papa de América fue hincha hasta el final. Llevó su camiseta de San Lorenzo en el alma, como llevó la fe con pasión, humildad y entrega hasta los últimos días de su vida.
REDACCIÓN CON APOYO DE AFP