El café salvadoreño por años ha cautivado no solo al paladar nacional, sino también al del mundo entero. Esto se debe a la calidad de su grano, cultivo y proceso de producción para llegar hasta tu mesa.
Una taza de café por las tardes une a las familias, invita a una buena plática entre amigos y, por supuesto, no nos puede faltar para despertar bien por la mañana. Esa danza que provoca al paladar hace que el salvadoreño sea un consumidor fiel de esta bebida heredada por generaciones.
Por años, y a la fecha, países de diferentes partes del mundo tienen la mirada puesta en la forma en cómo El Salvador produce su café. El Pacamara y el Bourbon son dos de las variedades más codiciadas por el mercado local e internacional, en países como Estados Unidos, Canadá, Bélgica, Alemania, Italia, Australia entre otros.
Una probadita de este interés internacional es que recientemente, el café salvadoreño sedujo al mercado asiático, en especial a empresarios japoneses.
Yusuke Kadokawa, conocido como Kadito, es un japonés que se enamoró del sabor y la calidad del aromático salvadoreño y vio su potencial para venderlo en su negocio, es por eso, que se ha vuelto popular en su cafetería Coyote, en Kioto, ya que el café que ahí se consume es exclusivamente salvadoreño.
Por su aroma, dulzura, acidez, cuerpo y balance otras variedades que ofrecen nuestros cafetales son Catuaí Rojo, Kenya, Geisha, Marsellesa y Bernardina.
Producción agrícola
El mercado cafetalero sigue más vivo que nunca, según recientes datos del Banco Central de Reserva (BCR) en efecto el café se perfila entre los principales productos exportados por El Salvador al mundo y un ejemplo de esto es que su grano de oro se mantuvo con un incremento importante del 4.4 %, registrando un total de $25.7 millones en los 120,900 quintales comercializados en el mundo. Es decir, en el mes de marzo el quintal de café alcanzó un costo de $212.66.
La calidad del grano nacional es confirmada por diferentes instituciones como el Consejo Salvadoreño del Café (CNC) ya que aseguran es conocido internacionalmente por ser un café de alta calidad y además se utiliza en alrededor de un 70 % y 80 % de las mezclas en el mundo para mejorar otros cafés de menor calidad.
Vale la pena resaltar, que gran parte de este aporte proviene de los cultivos cafetaleros establecidos en las zonas altas de Ahuachapán, Santa Ana, Sonsonate, San Salvador, San Miguel y Usulután siendo algunas de las principales cordilleras Alotepec, Metapán; del Bálsamo, Quezaltepec; Apaneca, Ilamatepec; Chinchontepec, Tecapa, Chinameca y Cacahuatique.
La tradición del café va mucho más allá de su consumo, también ha traído grandes satisfacciones y es una fuente de orgullo, identidad. Ejemplo de ello, es que el país ha participado en campeonatos mundiales de barismo. Como el que se llevó a cabo en Atenas, Grecia a inicio de año y donde además el salvadoreño Carlos Cubías se vistió con el primer lugar.
Sin duda alguna el café nacional seguirá rindiendo frutos y continuará siendo eco para los amantes de esta bebida tan sabrosa y fascinante.