Tarde o temprano la vida adulta nos sorprende. Hay quienes se entusiasman y otros, un poco más realistas, que se agobian por los grandes cambios que esto representa. Preparados o no, tenemos que afrontar la realidad: volvernos responsables de nuestra propia economía.
Ante esta gran tarea es normal sentirnos perdidos especialmente si tomamos en cuenta que en ningún momento de la adolescencia se nos enseña educación financiera. Sin embargo, no es motivo para alterarse, ya que siempre es posible encontrar caminos que nos ayuden a administrar nuestros gastos e ingresos de una forma mucho más eficiente y sobrevivir a las nuevas responsabilidades de la vida adulta.
La clave para no volvernos locos es perder el miedo. Tener nuestros propios ingresos requiere de muchos cuidados que nos permitan aprovecharlos de la mejor manera sin llegar al punto de restringirnos. Esto significa que, contrario a lo que muchos creen, tomar decisiones financieramente inteligentes no es sinónimo de despedirnos de ciertos gustos, sino ser estratégicos para saber en qué, cuándo y cómo gastar el dinero.
No es necesario tener resuelto todo desde el principio, basta con empezar a implementar pequeños mecanismos que nos ayuden a administrar nuestros gastos y la mejor forma de hacerlo es con un presupuesto. Esto no solo te permite asignar una cantidad de dinero para los gastos obligatorios, sino que además te da un panorama más claro del dinero que entra y sale de tu bolsillo.
Puede que los primeros meses sean complicados y estemos bajo el sistema de prueba y error, pero una vez que tengas identificados tus gastos con cantidades específicas todo será más fácil. Este mecanismo también sirve para que puedas empezar a ahorrar para esas cosas que más que necesidades son gustos.
Pero ten cuidado, porque aunque trates de ser la persona más organizada con tu dinero, las deudas pueden aparecer tarde o temprano y si bien pueden ser un dolor de cabeza, tampoco son el fin del mundo si tienes el plan adecuado para pagarlas. Todo es cuestión de aprender, sistematizar y ser responsable.
Nuestro bienestar comprende distintas áreas y estar tranquilos en el ámbito financiero contribuye a mantener nuestro bienestar emocional. Tener nuestras cuentas claras y al día no solo hace feliz a nuestros bolsillos, sino también a nuestra mente y cuerpo.