La música ha estado aquí desde siempre, desde que existimos como lo que somos: seres humanos. La capacidad de crear patrones rítmicos es una de las características más pronunciadas del cerebro de nuestra especie. Hacemos música porque nos produce placer, pero también porque podemos y porque lo necesitamos.
La cercanía que ahora tenemos con la música es irrefutable. La música inunda todos los espacios en los que nos distraemos, y muchos también trabajamos y estudiamos con ese maridaje. Desde los videojuegos hasta los tiktoks que deslizamos sin demasiado entusiasmo.
Esto no comenzó hoy, por supuesto, comenzó desde el instante mismo en el que la civilización desbloqueó la tecnología mínima requerida para masificarla.
Tener música hasta en los ascensor es posible porque existen músicos, pero también porque existen productores, representantes, publicistas y otra serie de profesionales que se encargan de distribuirla por todos lados. A esa combinación de músicos, disqueras, managers, distribuidoras, productoras de conciertos, plataformas y medios de comunicación le llamamos industria musical.
Y la industria musical no ha desaparecido, por mucho que hoy tengamos, públicos y artistas, accesos más directos para contactarnos y escuchar. Esa industria sigue ahí, vigente e imponente en el mundo entero.
La pregunta medular es: ¿existe algo parecido a una industria en El Salvador?
La respuesta intuitiva es que no. Acá nadie vive de la música, no hay quien produzca, distribuya o apoye la música nacional. Los músicos salvadoreños son rara avis, la excepción, nunca la regla.
La respuesta menos obvia es que sí existe, pero es complicado.
En Xpot conversamos con dos productores de música salvadoreña que nos abrieron las puertas de sus estudios para tratar de comprender cómo funciona este mundo. Alexis Fernández y DJ Emsy.
Ambos comparten una misma casa disquera: Sivarland Records, que tiene su base en Boston, Estados Unidos.
No son los únicos, por supuesto, pero decidimos comenzar a hablar de música salvadoreña desde un lugar que no siempre nos resulta obvio: la producción musical.
La música salvadoreña ha vivido grandes épocas, épocas de oro y épocas oscuras, con poca producción, pero siempre han existido artistas que le apuestan su vida a su pasión, y no nos dejan otra alternativa que hundirnos con ellos.
Hoy inauguramos la primera edición dedicada a la música, pero no se trata de apoyar por apoyar, ni siquiera de apoyar porque compartamos gentilicio, sino porque debemos apoyar las cosas que se hacen bien. Y la música salvadoreña, con sus altibajos, lleva décadas haciendo las cosas bien.
Es nuestro turno de comenzar a escuchar de verdad.