Si hay algo que pueda definir a las bandas salvadoreñas es sin duda la evolución constante y la experimentación con el fin de ofrecer un espectáculo único.
La historia de las bandas en El Salvador es extensa y sorprendentemente rica, a pesar de que muchas veces pase desapercibida. Su evolución ha estado marcada por momentos clave que hoy nos permiten entender cómo estos grupos de jóvenes se han convertido en una parte fundamental de la identidad salvadoreña, especialmente en el desfile del 15 de septiembre, una de las celebraciones más importantes del país.
Estos grupos musicales no solo son un espectáculo visual y auditivo en las fiestas patrias, sino que representan una tradición tan arraigada que, para muchos, es difícil imaginar esta fecha sin su presencia vibrante y enérgica.
De las bandas de guerra a las bandas de paz
El origen de las bandas estudiantiles se remonta a las antiguas “Bandas de Guerra”, cuyo propósito era acompañar a los ejércitos, marcando su paso con ritmos marciales. En El Salvador, este estilo fue adoptado por instituciones educativas como el Instituto Nacional General Francisco Menéndez (INFRAMEN), y que aún conserva elementos de ese corte militar en su estilo.
A partir de 1992, con el cese del conflicto armado, las bandas de guerra dejaron de existir como tal y comenzaron a llamarse “Bandas de Paz”, reflejando el deseo de una nueva era de estabilidad y armonía. Sin embargo, la transformación no se detuvo ahí. La década de los 90 y el inicio del nuevo milenio trajeron consigo cambios que moldearían el panorama actual de las bandas.
El cambio llega: de lo tradicional a lo innovador
El primer cambio importante se dio en 1997, cuando el INFRAMEN decidió innovar al incorporar a las “aristas”, un grupo de chicas que acompañaban a la banda con coreografías realizadas con aros, dejando atrás los tradicionales pompones de papel. Este cambio fue solo el principio de una serie de transformaciones que reconfiguraron las bandas estudiantiles.
Ese mismo año, muchas bandas comenzaron a incluir cumbias en su repertorio, un género musical que inyectó un toque de sabor y ritmo latino que antes no se había visto en estos grupos. Según Saúl Pérez, exalumno del INFRAMEN y actual director de la Banda Bicentenario, este fue un punto de inflexión que abrió las puertas a nuevas posibilidades creativas dentro de las bandas.
La llegada de las marching bands
En 1998, la escena musical de las bandas en El Salvador vivió otro momento revolucionario cuando el Instituto Nacional General Manuel José Arce decidió presentar un espectáculo completamente nuevo y diferente, gracias a la visión del maestro Elmer Trejo. Con ello, introdujeron el estilo de las marching bands al país, un formato de banda que combina precisión musical y coreografía.
El verdadero auge de este estilo se produjo tras el estreno de la película «Drumline» en 2002, que mostraba el rigor y la complejidad de las marching bands en Estados Unidos. Inspiradas por esta nueva tendencia, muchas instituciones educativas, como el Instituto Nacional Técnico Industrial (INTI), decidieron seguir este camino. Las marching bands no solo trajeron un cambio en la forma de marchar y tocar, sino que introdujeron nuevos instrumentos como el saxofón y hasta cuerdas como el violín.
El fenómeno de las latin bands
Mientras tanto, en el oriente del país se estaba gestando una revolución musical diferente. Allí, las bandas estudiantiles comenzaron a experimentar con el género latin, y fueron las primeras en incluir cumbias en sus actuaciones. Lo novedoso de esta incorporación fue que las bandas lograban que las canciones sonaran casi idénticas a las versiones originales, gracias a la variedad de instrumentos que utilizaban.
Así, las bandas en El Salvador se dividieron en dos grandes corrientes: las marching bands y las latin bands. Un ejemplo destacado del primer grupo es la Cocodrilos Marching Band del INTI, bajo la dirección de Francisco y Ever Sinesio, exalumnos que ahora lideran a los jóvenes en una de las bandas más renombradas del país.
Hitos recientes y el futuro de las bandas
El 2010 marcó varios momentos importantes en la historia reciente de las bandas. Ese año, se produjo la histórica unión entre el INFRAMEN y el INTI, en una presentación conjunta en el Parque Cuscatlán el 3 de agosto. Además, comenzó una controversia sobre la posible eliminación de las tradicionales cachiporras, un debate que sigue vigente.
En 2011, la Banda Bicentenario fue fundada por iniciativa de la Alcaldía de San Salvador. Este proyecto abrió las puertas para que jóvenes de diferentes instituciones, tanto pequeñas como grandes, pudieran desarrollarse en el ámbito musical, y sigue siendo un espacio importante de formación.
El viaje de las bandas musicales en El Salvador aún no ha terminado. Seguramente, en los próximos años, estas agrupaciones seguirán evolucionando y añadiendo capítulos llenos de creatividad e innovación a su ya fascinante historia. Y sin duda, continuarán emocionando a las multitudes en cada desfile patrio.