Durante los primeros meses del año la ciudad se inunda de flores color rosa, amarillo y rojo convirtiendo a la ciudad en un jardín y avisándonos de la llegada de la primavera.
Cada año durante los meses de marzo y mayo miles de personas emprenden viaje a Japón para ser testigo de uno de los espectáculos más hermosos de la naturaleza: la temporada de árboles de cerezo. A lo largo de estos casi tres meses las ciudades del país asiático se pintan de rosa indicando así el inicio de la primavera.
Sin embargo (y sin afán de minimizar la belleza de este acontecimiento), la primavera salvadoreña no se queda atrás. Aunque en nuestro país solo existen dos estaciones climáticas marcadas, es decir, invierno y verano, la aparición o florecimiento de algunas especias dentro de la flora salvadoreña son las que caracterizan a la primavera, más que una condición climática.
Una temporada mágica
Durante los primeros meses del año, de enero a junio, la ciudad, avenidas, carreteras y pueblos se llenan de color rosa, amarillo y rojo gracias a los Maquilishuat, Cortéz Blanco y el Árbol de Fuego. Aunque, y de acuerdo con Vladimir Baiza, técnico gestor de áreas naturales del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), el auge o su etapa máxima de afloramiento ocurre entre marzo y junio.
Estas especies de árboles son muy propias de la temporada seca, esto debido a que tanto el Maquilishuat como el Cortéz Blanco son árboles propios de esta región, lo que significa que son árboles de carácter tropical; por otro lado, el Árbol de Fuego es originario de Madagascar, una isla ubicada al sureste de África que también se caracteriza por el clima tropical en buena parte de su territorio.
La naturaleza en la ciudad
Si bien las ciudades son sinónimos de alboroto y grandes construcciones, esto no ha evitado que estas zonas sean el hogar de dichos ejemplares. Sin embargo, y sin querer dejar de lado la versatilidad de estas especies para subsistir en distintas zonas del país, el Maquilishuat y Cortéz Blanco necesitan de terrenos amplios y zonas verdes para poder desarrollarse de forma adecuada. De este modo, Baiza explica que ambos ejemplares no pueden ser sembrados en aceras con espacios limitados debido al crecimiento de sus ramas y raíces a determinada edad. Eso no los exilia de la ciudad, ya que arriates amplios, parques y zonas verdes son ideales para su siembra.
Un caso especial ocurre con el Árbol de Fuego. Aunque sus raíces no suelen crecer del mismo modo que lo hacen las del Maquilishuat y Cortéz Blanco, sembrar estos árboles en zonas de vivienda o parqueos no es lo más recomendable ya que sus ramas y frutos tienden a caerse. En el caso de la ciudad, lo mejor es buscar zonas abiertas que no pongan en riesgo a nadie.
Curiosidades y colores
La belleza indiscutible de estos árboles radica en sus colores y flores, desde el rosa pálido a tonalidades más fuertes del mismo, el amarillo, naranja y rojo, los cuales pintan y le dan un rostro nuevo a las zonas en las que habitan. Aún así, y aunque la pregunta suene absurda, ¿cómo podemos diferenciarlo?
Probablemente el Maquilishuat sea el que más problemas nos dé ya que sus hojas no poseen una misma tonalidad rosa para todos los ejemplares, esto debido a que realmente no son de la misma especie botánica. Si bien estos siguen siendo conocidos como Maquilishuats, se tratan de dos especies distintas que pueden identificarse de acuerdo a la intensidad del color de sus hojas. Mientras que la Tabebiua Rosea tiene hojas más pálidas, el Handroanthus Impetiginosus, también conocido como Cortéz Negro, es de un color más fuerte y encendido, además de tener la corteza más oscura. De igual forma, es normal que se confunda el Maquilishuat con el Madre Cacao ya que este también posee flores de color rosa.
Aunque estas cuestiones puedan llegar a ser un poco complicadas, no podemos negar que la primavera salvadoreña es un acontecimiento único el cual nos regala un rostro distinto de nuestra ciudad.