Para muchos de nosotros la Semana Santa ha dejado de ser una conmemoración meramente religiosa para convertirse en una época ideal para recordar a nuestros seres queridos por medio de las tradiciones que estos nos inculcaron desde pequeños.
Todos los años entre marzo y abril esperamos la primera vacación del año: Semana Santa. Aunque es una festividad ligada directamente a creencias religiosas, no es necesario ser devoto, o incluso creyente, para volvernos parte de las distintas tradiciones que abarca esta semana. Muchos de nosotros hemos crecido en hogares que durante años han sido partícipes de actividades propias de estas fechas como alfombras o procesiones.
Quizás en un principio esto se debía a la devoción de nuestros abuelos quiénes inculcaron valores cristianos en nuestros padres y tíos. Sin embargo, y aunque no sea en todos los casos, es probable que el continuar con estas tradiciones ya no sea tanto una cuestión de fe, sino de costumbre. Sin importar los motivos de las personas detrás de estas prácticas, las tradiciones de Semana Santa siguen más vivas que nunca y cada año podemos ser testigos de esta conmemoración llena de vida y memoria.
Procesiones, figuras y ritos
Más allá de la gastronomía, ¿qué elemento caracteriza a la Semana Santa? Sin duda es inimaginable pensar en este período del año sin las procesiones que se toman las calles para representar cada día una etapa diferente de la Pasión de Cristo. Ahora bien, existen dos formas de vivir esta tradición. Por un lado están los feligreses miembros de la iglesia quienes se ofrecen a cargar las grandes figuras que recorren las calles. Mientras que por el otro están aquellos que se unen al recorrido siendo o no creyentes.
Si bien este acto se deriva de creencias religiosas, las grandes figuras y estructuras que recorren las calles son todo un espectáculo. Desde los detalles de sus estructuras hasta detalles como las vestimentas de los fieles que las cargan.
Calles de sal, aserrín y color
Si hablamos de tradiciones de Semana Santa no podemos dejar de lado las características alfombras que colorean las calles cada Viernes Santo. Originalmente estas estaban hechas de diferentes materiales como: aserrín, sal gruesa teñida teñida con colorantes, sin embargo, con los años se han ido incorporando nuevos elementos como flores, arena y demás.
A diferencia de las procesiones, las alfombras no son una práctica propia de la iglesia católica, sino que nacieron como una forma de expresión de los pueblos y culturas ya que normalmente retratan situaciones del presente de las personas o conmemoran a personajes importantes como mártires de su región. De igual forma, sirven para guíar o trazar el camino de una de las procesiones más importantes de la semana: El Santo Entierro.
Así es como cada año vivimos la Semana Santa, haciendo no solo un tributo a nuestras creencias, sino también a nuestros lazos familiares por medio de las tradiciones que nos inculcaron.