La seguridad que una tradición se mantendrá viva con el paso del tiempo es el resultado de la preparación que los más pequeños han recibido para convertirse en guardianes de las costumbres.
Una tradición no es nada si no podemos pasarla de generación en generación. Sin embargo, y bajo el contexto en el que vivimos, resguardar los rituales y costumbres que han estado en nuestra familia, comunidad o país, se ha vuelto cada vez más complicado.
A pesar de eso, hay un rincón en Santiago Texacuango donde, a diferencia de los demás lugares llenos de historiantes, se empieza a preparar a los futuros guardianes de esta tradición desde los 4 años. El encargado de enseñarles todo sobre las danzas y las historias es Gilberto Pérez, antiguo historiante de la zona.
Pero, ¿por qué enseñar a niños tan pequeños cuando normalmente se empieza en esta tradición desde los 12 años? Para Gilberto es una respuesta sencilla: para conservar la historia. Sin embargo, también sabe que, en estos tiempos, mantener el interés de los jóvenes en estas tradiciones es un poco difícil.
A diferencia de los demás maestros de esta tradición, Gilberto apostó por enseñar a niños y niñas de 4 a 12 años.
Pero realizar esta importante tarea no es nada fácil. Ni para Gilberto, ni para los padres de los niños. Desde los gastos en vestuario y máscaras para las presentaciones, hasta el simple hecho de encontrar niños y niñas que quieran iniciar su camino como futuros historiantes.
La tarea no ha sido fácil, y para que sea posible, Gilberto no solo enseña las historias y danzas, sino también, y con ayuda de su familia, se encargan de cuidar del grupo de 14 niños, quienes están siendo preparados para conservar esta tradición.